Acomoda sus "espejuelos", como él decía, de sus viejos lentes de montura de carey. Lee en voz alta y entonada, mientras mueve sus manos ajadas y cobrizas, aprieta el puño con fuerza por la emoción ....Sentada en la cama, lo escucho con atención como acostumbrábamos cuando éramos niños mientras él leía. Era mi abuelo, hombre recio y teztarudo, a quien le gustaba que sus nietos lo visitáramos, cosa que resultaba un tanto extraña, dado que nunca fué un abuelo blandito y querendón. Siempre fué distante, había que escucharlo con atención y que ni una hoja se moviera. Esos eran otros tiempos, ahora yo, disfrutaba al escucharlo.
En la pared, el rifle de su época de cazador, descansaba callando historias de otros tiempos. A un lado de su cama, un pequeño estante le servía de biblioteca y al otro extremo, una silla como perchero, donde colgados se repartían sus años entre el sombrero y su camisa dominguera. Lo encontraba yo cada tarde, construyendo alguna cajita, con cartones que encontraba, las que alargaban la vida atizando la faena entre sus manos. Eran para guardar las balas. Creo que todos los dias pulía el rifle, con un paño viejo y curtido empapado en un aceite especial para tan importante ritual ......
Siempre sentí por él gran admiración. Había entre mi abuelo y yo algo que nos unía, la fascinación por la poesía, a través de la cual, pude descubrir su sensibilidad detrás de esa actitud recia y dura.
El leía para mí sus poesías favoritas, las cuales sacaba de entre las páginas de un pequeño libro color marrón, que confieso, me habría gustado heredar, pero a su muerte, no supe cual fué su destino. A través de su voz cobraban vida las letras de las páginas e invadían con su perfume místico el aire de la habitación. Un día le dije ..."abuelo, .....léeme una trágica! ...cuando vuelva, quiero que me leas una poesía de amor, pero no "rosa", sino de un amor fuerte y borrascoso". El soltó una carcajada por mi ocurrencia.
Cuando regresé, la próxima tarde, mi abuelo tenía para mí, la cual aún guardo de su puño y letra: "Vida Garfio", de Juana de Ibarbourou.
Juana de Ibarbourou, poetiza Uruguaya, nacida el 8 de Marzo de 1892. Su poesía, enriqueció la literatura de américa con su fuerte y delicada personalidad. Su poesía conquistó la atención de los entendidos y fué proclamada como: "Juana de América".
Todavía recuerdo como se emocionaba mi abuelo al leerla, antes de regalármela .......
Desde entonces, es una de mis favoritas.
Vida Garfio - Juana de Ibarbourou
Amante, no me lleves, si muero, al camposanto.
A flor de tierra abre mi fosa, junto al riente
alboroto divino de alguna pajarera.
O junto a la encantada charla de alguna fuente.
A flor de tierra amante. Casi sobre la tierra
donde el Sol me caliente los huesos, y mis ojos,
alargados en tallos, suban a ver de nuevo
la lámpara salvaje de los ocasos rojos.
A flor de tierra amante. Que el tránsito sea
más breve. Yo presiento
la lucha de mi carne por volver hacia arriba,
por sentir en sus átomos la frescura del viento.
Yo sé que acaso nunca allá abajo mis manos
podrán estarse quietas,
que siempre como topos arañarán la tierra
en medio de las sombras estrujadas y prietas.
Arrójame semillas. Yo quiero que se enraícen
en la greda amarrilla de mis huesos menguados,
por la parda escalera de las raíces vivas
yo subriré a mirarte en los lirios morados!
...... como siempre, sentado en su silla, mi abuelo leía. Yo, extasiada ....lo escuchaba.
Regresé la próxima tarde. Ya se lo habían llevado ........
y no lo vi más, ni a él, ni a su libro, ni su voz ............
En la pared, el rifle de su época de cazador, descansaba callando historias de otros tiempos. A un lado de su cama, un pequeño estante le servía de biblioteca y al otro extremo, una silla como perchero, donde colgados se repartían sus años entre el sombrero y su camisa dominguera. Lo encontraba yo cada tarde, construyendo alguna cajita, con cartones que encontraba, las que alargaban la vida atizando la faena entre sus manos. Eran para guardar las balas. Creo que todos los dias pulía el rifle, con un paño viejo y curtido empapado en un aceite especial para tan importante ritual ......
Siempre sentí por él gran admiración. Había entre mi abuelo y yo algo que nos unía, la fascinación por la poesía, a través de la cual, pude descubrir su sensibilidad detrás de esa actitud recia y dura.
El leía para mí sus poesías favoritas, las cuales sacaba de entre las páginas de un pequeño libro color marrón, que confieso, me habría gustado heredar, pero a su muerte, no supe cual fué su destino. A través de su voz cobraban vida las letras de las páginas e invadían con su perfume místico el aire de la habitación. Un día le dije ..."abuelo, .....léeme una trágica! ...cuando vuelva, quiero que me leas una poesía de amor, pero no "rosa", sino de un amor fuerte y borrascoso". El soltó una carcajada por mi ocurrencia.
Cuando regresé, la próxima tarde, mi abuelo tenía para mí, la cual aún guardo de su puño y letra: "Vida Garfio", de Juana de Ibarbourou.
Juana de Ibarbourou, poetiza Uruguaya, nacida el 8 de Marzo de 1892. Su poesía, enriqueció la literatura de américa con su fuerte y delicada personalidad. Su poesía conquistó la atención de los entendidos y fué proclamada como: "Juana de América".
Todavía recuerdo como se emocionaba mi abuelo al leerla, antes de regalármela .......
Desde entonces, es una de mis favoritas.
Vida Garfio - Juana de Ibarbourou
Amante, no me lleves, si muero, al camposanto.
A flor de tierra abre mi fosa, junto al riente
alboroto divino de alguna pajarera.
O junto a la encantada charla de alguna fuente.
A flor de tierra amante. Casi sobre la tierra
donde el Sol me caliente los huesos, y mis ojos,
alargados en tallos, suban a ver de nuevo
la lámpara salvaje de los ocasos rojos.
A flor de tierra amante. Que el tránsito sea
más breve. Yo presiento
la lucha de mi carne por volver hacia arriba,
por sentir en sus átomos la frescura del viento.
Yo sé que acaso nunca allá abajo mis manos
podrán estarse quietas,
que siempre como topos arañarán la tierra
en medio de las sombras estrujadas y prietas.
Arrójame semillas. Yo quiero que se enraícen
en la greda amarrilla de mis huesos menguados,
por la parda escalera de las raíces vivas
yo subriré a mirarte en los lirios morados!
...... como siempre, sentado en su silla, mi abuelo leía. Yo, extasiada ....lo escuchaba.
Regresé la próxima tarde. Ya se lo habían llevado ........
y no lo vi más, ni a él, ni a su libro, ni su voz ............
1 comments:
lo que yo queria, gracias
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