(José Angel Buesa)
Ella no fué entre todas la más bella,
pero me dió su amor más hondo y largo...
Otras me amaron más y sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.
Acaso fué porque la amé de lejos
como una estrella desde mi ventana,
y la estrella que brilla más lejana
nos parece que tiene más reflejos.
Tuve su amor, como una cosa ajena,
como una playa cada vez más sola,
que únicamente guarda de la ola
una humedad de sal sobre la arena.
Ella estuvo en mis brasos sin ser mía
como el agua en un cántaro sediento,
como un perfume que se fué en el viento
y que vuelve en el viento todavía.
Me penetró su sed insatisfecha
como un arado sobre la llanura,
abriendo en su fugaz desgarradura
la esperanza feliz de la cosecha.
Ella fué lo cercano y lo remoto
pero llenaba todo lo vacío,
como el viento en las velas del navío
como la luz, en el espejo roto.
Por eso aún pienso en la mujer aquella,
la que me dió el amor más hondo y largo...
nunca fué mía, no era la más bella,
otras me amaron más y sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.